Podría comenzar haciendo una disertación acerca de
la movilidad de las personas en el siglo XVIII a diferencia de la inmovilidad a
la que estamos condenados, psicológicamente, en el presente siglo XXI. Solo escribiré que, en el siglo XVIII, sino
te funcionaba el lugar donde estabas cambiabas de residencia y como diríamos
algunos “nuevo momento, nueva creación”.
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Doña Josefa Teresa de Busto y Moya, fundadora del Hospicio de la Santísima Trinidad de Guanajuato. |
No es mi intención hacer una biografía acerca de
dos mujeres que coincidieron en el lugar al menos por un breve espacio de
tiempo. Ni siquiera podemos estar
seguros de que se hayan conocido o si, a pesar de la pequeñez de Guanajuato,
escucharon una el nombre de la otra. Las
dos dejaron huella en la historia de los lugares donde alcanzaron la madurez:
una en Guanajuato y la otra en Magdalena/Etzatlán. La primera de ellas sigue siendo recordada y
la otra se ha ido olvidando paulatinamente.
Josefa Teresa
de Busto y Moya fundó, en compañía de unos ricos y acaudalados mineros
de Guanajuato el 1 de octubre de 1732 el Hospicio de la Santísima Trinidad que,
unos años después, en 1744, se convertiría, por instancias de la misma mujer,
en el Colegio de la Santísima Trinidad de Guanajuato (hoy Universidad de
Guanajuato) regida por la Compañía de Jesús.
El templo de la Compañía de Jesús visto desde una de las capillas del patio del Colegio de la Santísima Trinidad de Guanajuato. |
Por esos mismos
años, en la misma Ciudad, hija de una acaudalado minero de apellido Bocanegra,
jugaba su hija Antonia Rita Rosa María Leal y Araujo Xaramillo y Llanos de Comprarán. Hija suya de un segundo matrimonio. Rosa María tardó, a diferencia de las
muchachas de su época, en casarse y su familia no daba muestras de quererla
obligar. Justo en 1744, a los 20 años de
edad, contrajo nupcias con el capitán don Juan Sánchez de Escarcena minero y
hacendado de Etzatlán en el Real de minas de Santa Fe de Guanajuato. Hasta ahí la coincidencia. Teresa de Busto veía como su hospicio se
convertía en Colegio mientras Rosa María Leal contraía matrimonio con un
capitán minero de una tierra algo lejana para esos años.
Las noticias de
Rosa María Leal llegaron a mí de manera inesperada. Revisando unos documentos del Archivo
Histórico del Estado de Jalisco para el padre José de Jesús Gómez Fregoso di
con el volumen de las “componendas” que hubiera pasado de largo si no me
encuentro el apellido “Leal” relacionado con Etzatlán en un expediente de 1750 . Los versados amantes de Clío notarán que he dejado en este párrafo la constancia de la ubicación del documento es decir, la referencia.
La “Componenda”
fue un proceso que tuvieron que llevar todos los nobles o aquellos súbditos que
hubieran adquirido mercedes directas de los reyes españoles de la Casa de los
Austrias. Al subir al trono Felipe V de
Borbón, tras las violentas revueltas
habidas en la Península contra su ascensión al trono, se consideró necesario
que, el rey Felipe V, volviera otorgar o
retirar según fuera el caso (o su gusto) todas y cada una de las propiedades
que hubieran sido distribuidas por sus antecesores.
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Felipe V de Borbón |
Resulta que
para esas fechas, Rosa María Leal había ya quedado viuda del capitán don Juan
Sánchez del que había engendrado seis hijos.
El expediente de la “componenda” da muchos detalles de la vida de doña
Antonia Rita Rosa María de Leal y Araujo Xaramillo y Llanos de Comparán como
que, había recibido en herencia paterna un título nobiliario (que reserva al
Rey) que ponía en manos de Su Magestad así como todos los bienes que poseía a “nombre
de Su Magestad el Rey” entre ellos, la
fabulosa hacienda de San Andrés con su fortín y castillo (así mismo dice). Dicho sea de paso, cuando inició el proceso estaba en su casa de Etzatlán pero poseía otra en La Magdalena a donde residía de continuo.
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El "Fortín" o "Castillo" mencionado en el expediente de la Componenda de doña Rosa María Leal. |
Al final, Rosa
María Leal se casó con un Orendaín allegado a la Real Caja de Guadalajara. Rosa María introdujo al matrimonio la
hacienda de San Andrés. Dos mujeres
novohispanas dejaron huella en la historia y coincidieron en tiempo en la misma
ciudad. Una es recordada y la otra ha
sido paulatinamente olvidada a pesar de haber detentado la más fabulosa de las
haciendas de Magdalena, Jalisco. De una tenemos imagen de la otra solo el
nombre.