domingo, 6 de agosto de 2017

Una guanajuatense en La Magdalena del siglo XVIII

Podría comenzar haciendo una disertación acerca de la movilidad de las personas en el siglo XVIII a diferencia de la inmovilidad a la que estamos condenados, psicológicamente, en el presente siglo XXI.  Solo escribiré que, en el siglo XVIII, sino te funcionaba el lugar donde estabas cambiabas de residencia y como diríamos algunos “nuevo momento, nueva creación”.

Doña Josefa Teresa de Busto y Moya, fundadora del Hospicio de la Santísima Trinidad de Guanajuato.


No es mi intención hacer una biografía acerca de dos mujeres que coincidieron en el lugar al menos por un breve espacio de tiempo.  Ni siquiera podemos estar seguros de que se hayan conocido o si, a pesar de la pequeñez de Guanajuato, escucharon una el nombre de la otra.  Las dos dejaron huella en la historia de los lugares donde alcanzaron la madurez: una en Guanajuato y la otra en Magdalena/Etzatlán.  La primera de ellas sigue siendo recordada y la otra se ha ido olvidando paulatinamente.

Josefa Teresa de Busto y Moya fundó, en compañía de unos ricos y acaudalados mineros de Guanajuato el 1 de octubre de 1732 el Hospicio de la Santísima Trinidad que, unos años después, en 1744, se convertiría, por instancias de la misma mujer, en el Colegio de la Santísima Trinidad de Guanajuato (hoy Universidad de Guanajuato) regida por la Compañía de Jesús.

El templo de la Compañía de Jesús visto desde una de las capillas del patio del Colegio de la Santísima Trinidad de Guanajuato.


Por esos mismos años, en la misma Ciudad, hija de una acaudalado minero de apellido Bocanegra, jugaba su hija Antonia Rita Rosa María Leal y Araujo Xaramillo y Llanos de Comprarán.  Hija suya de un segundo matrimonio.  Rosa María tardó, a diferencia de las muchachas de su época, en casarse y su familia no daba muestras de quererla obligar.  Justo en 1744, a los 20 años de edad, contrajo nupcias con el capitán don Juan Sánchez de Escarcena minero y hacendado de Etzatlán en el Real de minas de Santa Fe de Guanajuato.  Hasta ahí la coincidencia.  Teresa de Busto veía como su hospicio se convertía en Colegio mientras Rosa María Leal contraía matrimonio con un capitán minero de una tierra algo lejana para esos años. 

Las noticias de Rosa María Leal llegaron a mí de manera inesperada.  Revisando unos documentos del Archivo Histórico del Estado de Jalisco para el padre José de Jesús Gómez Fregoso di con el volumen de las “componendas” que hubiera pasado de largo si no me encuentro el apellido “Leal” relacionado con Etzatlán en un expediente de 1750 .  Los versados amantes de Clío notarán que he dejado en este párrafo la constancia de la ubicación del documento es decir, la referencia.

La “Componenda” fue un proceso que tuvieron que llevar todos los nobles o aquellos súbditos que hubieran adquirido mercedes directas de los reyes españoles de la Casa de los Austrias.  Al subir al trono Felipe V de Borbón,  tras las violentas revueltas habidas en la Península contra su ascensión al trono, se consideró necesario que,  el rey Felipe V, volviera otorgar o retirar según fuera el caso (o su gusto) todas y cada una de las propiedades que hubieran sido distribuidas por sus antecesores.

Felipe V de Borbón



Resulta que para esas fechas, Rosa María Leal había ya quedado viuda del capitán don Juan Sánchez del que había engendrado seis hijos.  El expediente de la “componenda” da muchos detalles de la vida de doña Antonia Rita Rosa María de Leal y Araujo Xaramillo y Llanos de Comparán como que, había recibido en herencia paterna un título nobiliario (que reserva al Rey) que ponía en manos de Su Magestad así como todos los bienes que poseía a “nombre de Su Magestad el Rey”  entre ellos, la fabulosa hacienda de San Andrés con su fortín y castillo (así mismo dice).  Dicho sea de paso, cuando inició el proceso estaba en su casa de Etzatlán pero poseía otra en La Magdalena a donde residía de continuo.

El "Fortín" o "Castillo" mencionado en el expediente de la Componenda de doña Rosa María Leal.



Al final, Rosa María Leal se casó con un Orendaín allegado a la Real Caja de Guadalajara.  Rosa María introdujo al matrimonio la hacienda de San Andrés.  Dos mujeres novohispanas dejaron huella en la historia y coincidieron en tiempo en la misma ciudad.   Una es recordada y la otra ha sido paulatinamente olvidada a pesar de haber detentado la más fabulosa de las haciendas de Magdalena, Jalisco. De una tenemos imagen de la otra solo el nombre.

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