viernes, 11 de julio de 2025

Lulú Bonales

 Una máscara de búho diseñada por Lulú Bonales fue la obra que me llevó a conocer su trabajo. Mientras la portaba Lupillo Gutiérrez, de CantArte Tonalá, no podía dejar de pensar en la maestría con la que la figura había sido diseñada y construida. Ese mismo día tuve la oportunidad de conocer a la autora; su energía y el color azul de su cabello denotaban una personalidad creativa.


Luego pude escucharla en el conversatorio “Manos de Tierra”, en el Museo Regional de la Cerámica. Habita en Zalatitán y no oculta el amor y cariño que le tiene a ese pueblo. Es una mujer que incursiona en el diseño y la manufactura de máscaras de tastoanes. Una mujer que realiza las máscaras que portarán los hombres transformados en guerreros, que han vuelto de sus tumbas para guerrear contra Santo Santiago, patrón de Tonalá y de España.

Conversatorio "Manos de Tierra". Liz Paredes a la izquierda, entrevista a Lulú Bonales.
Museo Regional de la Cerámica de MEG Jalisco.

Pero se llena de orgullo al hablar del oficio con el que empezó: la fabricación de silbatos de barro. La pericia para crearlos, el gusto por hacerlos y la tenacidad para sobrevivir de su oficio la han llevado a ser reconocida. De repente, suelta un comentario que entreabre una cortina en el tiempo: el uso ritual de los silbatos en los bautismos, y cómo ella y su familia tratan de hacer que la tradición prevalezca.

Silbatos y "mojigangas" eran objetos de barro muy utilizados en las celebraciones rituales virreinales cuyo origen se remonta al pasado prehispánico. Las "mojigangas" eran pequeños cantaritos de barro, muy delgados y fáciles de quebrar que se llenaban de confeti o harina y se usaban en los "combates" donde participaba la comunidad o familiares de los bautizados o recién casados.

Hace unos días se celebró el III Festival Nacional de Máscaras Tradicionales en Tlaquepaque. Una de las ganadoras fue Lulú Bonales, con su máscara “Bolita de Canela”. Con este premio, la tradición mascarera tonalteca y jalisciense reconoce a la mujer que diseña y construye las máscaras que conectan nuestros complicados y acomplejados días de mexicanidad con el glorioso pasado, donde España era uno con el reino de Tonallan.

"Bolita de Canela" de Lulú Bonales


miércoles, 9 de julio de 2025

José Jorge Sánchez, el mago del fuego onírico

 Mucho se discute acerca de la materia de la que están hechos los sueños. Sean de lo que sean, una pléyade de artistas se ha dado a la tarea de convertirlos en materia tangible. Entre ellos, José Jorge Sánchez, arquitecto y maestro ceramista. Escucharlo hablar es apasionarse por la escultura cerámica; por sus figuras hieráticas, que parecen estar a punto de consumirse en un fuego fatuo, de esos en los que vuelan las brujas, hechiceros, hadas, reyes antiguos, personajes literarios, mitológicos o las nahuales.

José Jorge Sánchez, 2025

En sus esculturas se traspone el límite de los sueños para hacerse realidad. En las complicadas formas, que parecen sostenerse como por un antiguo ensalmo o como llamas petrificadas que se elevan intensamente hacia el cielo, hay algo de poesía y remembranza litúrgica. Esa llama detenida, congelada en su ascensión al cielo, hace eco del gótico añorado. Las esculturas de José Jorge Sánchez son representaciones tridimensionales de Klimt, Lautrec o Moreau.

"Luz de ágave" y "La Torcasita" galardondes del Festival Internacional de Cine de Tequila.
Foto por Víctor Paz,  tomada de: https://pericuecultural.com

La luz que emana del color que se incendia irradia cada una de sus obras. Como un mago, las manos de José Jorge Sánchez crean complicadas estructuras de cerámica que se sostienen por el aire que pasa a través de ellas, y en cada una se contiene el significado que cada espectador quiera darle.

Su trabajo fue reconocido en 2005 con el Primer Premio del Concurso Nacional de la Cerámica en su categoría de contemporáneo. Para ese concurso presentó Frente a frente, una escultura que nos recuerda a una especie de granada con hojas que intentan entrelazarse en su parte superior. Las tonalidades rojas y azules son impactantes. De ella solo tenemos imágenes. Desde 2017, sus obras Luz de ágave y La Torcasita se han convertido en los galardones con los que el Festival Internacional de Tequila reconoce a algunos de sus ganadores.

"Frente a frente" de José Jorge Sánchez, 2005
Primer Lugar Premio Nacional de la Cerámica en la categoría de cerámica contemporánea

Cada exposición es una nueva expedición de José Jorge Sánchez al reino de los sueños y de las ideas. De allí parece extraer a cada uno de sus personajes, o a todos los hace pasar por la criba de los sueños para congelarlos en la llama de un instante. Cada exposición es una propuesta nueva que dialoga con el espacio donde será exhibida:

“Me gusta preparar obra específica para los espacios donde la voy a exhibir. Me interesa que la obra tenga un diálogo con el espacio y con su público”,

José Jorge Sánchez en el conversatorio "Manos de Tierra" entrevistado por Liz Paredes en el Museo Regional de la Cerámica de MEG Jalisco.
5 de julio del 2025.

 comentó el artista en su más reciente conversatorio en el Museo Regional de la Cerámica, que pertenece a Museos, Exposiciones y Galerías de Jalisco, durante el conversatorio Manos de Tierra. En los minutos de entrevista, enalteció la labor de la alfarería, reconoció a sus maestros locales y nos habló de su experiencia en la Greenwich Pottery House de Nueva York y en el Centro de Artes Visuales de Montreal.

Mientras tanto, el reino de los sueños decide qué personajes deberán salir y materializarse en llamas que se han detenido en un momento específico —y para siempre— en la cerámica de José Jorge Sánchez, el mago del fuego onírico.


-https://pericuecultural.com/

-Ernesto Ávalos, Premio Nacional de la Cerámica reseña histórica de 1974 al 2012, Comunicaciones y ediciones de Occidente S.A. de C.V. México, 2012

lunes, 14 de abril de 2025

"El Alabado" un eco de siglos en Jalisco

 Como muchas otras expresiones de devoción popular, "El Alabado" ha tenido su historia llena de altibajos. Durante los siglos XIX y XX, la jerarquía católica lo miró con recelo, no con la intención de destruirlo, sino más bien de "ponerlo en orden" y adaptarlo a una versión más purista de la doctrina católica. Querían asegurarse de que su entonación dependiera de su control. Pero, ¡sorpresa! "El Alabado", junto con otras tradiciones como los "Incendios" o Altares de Dolores, ha resistido y ha llegado hasta nosotros.


Este canto es un tesoro cultural que Jalisco comparte con otros estados de México, especialmente aquellos que alguna vez formaron parte de la Nueva Galicia y estaban bajo la Real Audiencia de Guadalajara. Aunque se le atribuye a fray Margil de Jesús (1657-1726), su musicalidad y narrativa nos hacen pensar que sus raíces podrían ser aún más antiguas, incluso anteriores a la conquista. Es posible que "El Alabado" haya cruzado el Atlántico con los europeos en los siglos XV y XVI, y por eso encontramos en sus letras ecos de leyendas medievales sobre la Pasión de Cristo, como el Santo Grial, y algunas frases que parecen venir de rituales paganos.

La versión que te compartimos es la que se canta en los Valles de Jalisco, y es una de las más largas. En esta región, municipios como Magdalena, Amatitán, San Juanito de Escobedo y Tequilia son lugares donde esta tradición sigue viva y bien arraigada. "El Alabado" es como un tropario bizantino que narra la Pasión de Cristo y su conexión con la Eucaristía, y se utiliza especialmente durante la Semana Santa.  Se canta para acompañar a los difuntos, para iniciar las labores del campo y a modo didáctico.

En Magdalena, este canto cobra un significado especial, ya que allí se venera al Señor Milagroso, una hermosa escultura de madera de un Cristo crucificado que es un poco más grande que la vida real. Según documentos antiguos de la parroquia, en 1671, ¡sudó gotas de sangre! Gracias al incansable esfuerzo de Monseñor José Ordaz, "El Alabado" ha vuelto a ser entonado en su santuario por los portadores de la tradición.

La versión de Magdalena tiene dos formas de cantarse: el "mozo" y el "ladino". La que te presentamos a continuación es el arreglo del "modo mozo", creado por Sinué Martínez Jiménez, director del Ensamble Azomalli, basado en la interpretación de Jesús Manuel Valdez Guzmán y José Julio Parada Talamantes, quienes son portadores de esta hermosa tradición.

En esta versión, no hay coro que repita las frases, y se canta de manera "rezada", lo que es otra característica del canto en los Valles de Jalisco. Esto nos habla de su profunda conexión y antigüedad en la región, ya que puede interpretarse de diversas maneras, incluso de forma dramatizada.

Este video fue grabado por Lizette Alejandra Paredes en el Museo de las Artes Populares de Jalisco el 8 de abril de 2025, durante un ensayo del Ensamble Azomalli que coincidió con la apertura del "incendio" o Altar de Dolores. ¡Te invitamos a hacer clic en el siguiente enlace para escucharlo!

https://youtu.be/v5dBZKF2pUM?si=M-_cAaCzqXNbrNvD

jueves, 6 de marzo de 2025

Viajar no solo implica aprender sobre los demás, sino también sobre uno mismo. El Museo de América en Madrid me sorprendió con una colección de figurillas de cera provenientes de México. No, no fueron "robadas", como podría pensar alguien. Lo mismo que hoy en día es adquirir un tibor en Guanajuato y llevarlo a  Monterrey o Guadalajara, en su tiempo, ocurrió con estas figurillas de cera adquiridas en el hoy territorio mexicano y trasladas a Sevilla o Madrid. 

"La Hilandera" figurilla de cera firmada por Andrés García 1850 c.
Museo de América en Madrid


Viajeros como Linati, Nebel y otros del siglo XIX nos cuentan que estas figurillas eran abundantes en los mercados mexicanos y especialmente apreciadas las que provenían de Tlaquepaque o las firmadas por Andrés García.

"Charro" figurilla de cera de la colección de don Alfonso Borbón y Borbón. 
S. XIX Tlaquepaque, Jalisco.
Museo de América en Madrid.


Las imágenes de aquellas figurillas de cera quedaron guardadas en mi memoria, y no volví a saber nada de ellas hasta 2016, cuando visité la colección del Museo de las Artes Populares de Jalisco, bajo la dirección de Francisco Galindo. Aunque en ese momento no conocía al autor, me dio cierta tranquilidad ver que el arte de la cerería también era reconocido en México y, en particular, en Jalisco.

"De español e india, mestizo" de Carlos Maciel.
Guadalajara, Jalisco.
Museo de las Artes Populares de Jalisco.
Hace poco, no más de dos meses antes de escribir este texto, tuve la oportunidad de verlas de cerca. Me sorprendió descubrir que la ropa de cada figura estaba elaborada con papel o tela engomada y que el autor de estas maravillas aún vive, conservando y transmitiendo la tradición de las figurillas de cera que representa.


"De español e india, mestizo" de Carlos Maciel.
Guadalajara, Jalisco.
Museo de las Artes Populares de Jalisco.

Hoy, en el Museo de las Artes Populares de Jalisco, se exhiben ocho magníficas esculturas de cera, obra de Carlos Maciel. Aunque no mostraré en este blog al charro con la china tapatía ni a la Virgen con San José y el Niño, quiero destacar este impresionante cuadro de castas que representa al mestizo, el hijo de español e india. Es una pieza digna de admirarse en persona.


"De español e india, mestizo" de Carlos Maciel.
Guadalajara, Jalisco.
Museo de las Artes Populares de Jalisco

Carlos Maciel trabajó la vestimenta utilizando telas reales, solidificadas mediante engrudo de arroz. La obra que pudo haber inspirado estas esculturas es una de las muchas pinturas de castas producidas durante el Virreinato del actual territorio mexicano.



Las piezas, que no superan los 30 centímetros de altura, sorprenden por el realismo con el que Maciel ha dotado a cada una de ellas.  La obra está expuesta en la Sala 1 de exposiciones permanentes en el Museo de las Artes Populares de  Jalisco ubicado en San Felipe 211 en el Centro de Guadalajara.


viernes, 21 de febrero de 2025

"ROJO COBRE" DE TERE DURÁN

De entre las obras que se exhiben en el Museo Regional de la Cerámica en Tlaquepaque, hay una que siempre ha llamado mi atención - una de tantas que lo hacen-.  Es una vasija de un color rojo óxido con los esmaltes que caen como si estuvieran derritiéndose.  El color y el terminado dan la sensación de una pieza que casi pudiera ser de vidrio o ámbar.


La pieza tiene por asas un par de colibrís de cada lado.  De un lado sus picos se tocan y del otro están a punto de hacerlo.  Pareciera que una suerte de hechizo los detuvo en esa posición en esa pieza única contra el fondo blanco del muro.



No conocía el autor -autora  en este caso- hasta que llegó a mis manos uno de tantos textos que acerca de las artes hablan de Jalisco y ahí estaba la fotografía de la vasija en cuestión con su autoría y esta leyenda: "Florero rojo con asas en forma de ave. Cerámica alta temperatura esmaltada. Teresa Durán. Tonalá" en el libro "Artesanías una fusión de vida y cultura" (Jalisco, 2009).

Entre averiguaciones de aquí y allá pude contactara la autora y me habló de ella.  "Rojo Cobre" se llama la pieza y participó en la edición de 1979 del Premio Nacional de la Cerámica obteniendo el segundo lugar en la categoría de Cerámica Contemporánea.

Teresa Durán Sandoval
Foto tomada de:
https://herenciamilenaria.com/maestros-artesanos/teresa-duran-sandoval/


Me enteré además, a través de ella y del texto en cuestión, que el Museo Regional de la Cerámica fue la primera sede del Premio Nacional de la Cerámica y que, en esa edición, la de 1979, le dieron a ella, Teresa Durán Sandoval, el segundo lugar porque el esmalte "escurre y no estaba esmerilada". 



Teresa Durán estuvo muy cerca de Jorge Wilmot y su obra nos recuerda un poco a las de él. Por cierto, en esa misma sala, a no más de 3 metros de "Rojo Cobre" hay una obra de Wilmot muy de verse.  
Teresa Durán me comentó también que la Casa Museo López Portillo fue alguna vez sede del Premio Nacional de la Cerámica y después se mudó al Refugio de nuevo, en Tlaquepaque.  

La Casa Museo López Portillo fue alguna vez sede del Premio Nacional de la Cerámica
Está ubicada en Liceo 177 esquina con San Felipe en el centro de Guadalajara
Foto tomada de https://www.instagram.com/tequiero.guadalajara/p/CwWi9KdJZWJ/?img_index=1

Mientras tanto, el fuego que solidificó la obra de Teresa Durán Sandoval "Rojo Cobre" parece nunca detenerse en la Sala VIII del Museo Regional de la Cerámica ubicado en la Calle Independencia esquina Alfareros en Tlaquepaque, Jalisco.




"Rojo Cobre de Teresa Durán Sandoval
Segundo Premio en Cerámica Contemporánea 
Premio Nacional de la Cerámica 1979
Museo Regional de la Cerámica

jueves, 13 de febrero de 2025

Loza extinta para celebrar a Guadalajara

 

Hace 483 años, un grupo de conquistadores luchaba por establecerse en una tierra ajena. Cansados de batallar y teniendo al frente a Doña Beatriz Hernández que, con firmeza logró convencerlos de que Guadalajara, la que hoy conocemos, debería permanecer donde está. Esta historia nos la cuenta Tello, quien escribió sobre esos eventos casi un siglo después.

El grupo fundador necesitaba utensilios básicos para sobrevivir. Las vasijas de metal, madera y las pocas de cerámica que habían sobrevivido a las dificultades del viaje y las batallas anteriores, como la de Tetlán, eran esenciales. Los utensilios no solo servían en la vida cotidiana, sino que también representaban el estatus social y la comodidad que los nuevos habitantes buscaban.

Es probable que los primeros europeos no se hayan complicado y usaran las vasijas de cerámica que los pueblos originarios les proporcionaron. Los alfareros no tardaron en asentarse utilizando la misma tierra de los pueblos indígenas para crear nuevas formas y estilos, combinando técnicas del Viejo Mundo con los materiales de la nueva tierra. Así, nacieron piezas que reflejaban la fusión cultural.

Guadalajara dio su nombre a una cerámica que, con el paso del tiempo, se destacó por reunir influencias del Oriente lejano, el Medio Oriente y las tradiciones hispanas, pero con los materiales autóctonos. La loza de Guadalajara era fina, casi como porcelana, y elegante como todo lo tapatío reflejando la esencia de la ciudad. Sus diseños, en tonos de amarillo-ocre, negro y azul, presentaban escenas cotidianas, flores, animales y los escudos de las familias tapatías.  Compitió en un tiempo con la afamadísima cerámica de Tlaquepaque y Tonalá.

Cremera de Loza de Guadalajara. Anónimo. S.F.
Museo de las Artes Populares de Jalisco


Sin embargo, la loza dejó de producirse. Pasó de moda entre las élites tapatías y jaliscienses. Como ocurre con muchas tradiciones, lo que era exclusivo de las clases altas luego se extendió a las clases medias que querían destacarse. Finalmente, la loza perdió su popularidad.

Plato cafetero manufacturado en Loza de Guadalajara. Anónimo. S.F.
Museo de las Artes Populares de Jalisco


Hoy en día, un delicado juego de cafetera y tacitas, que representa la esencia de esta tradición, se conserva en el Museo de las Artes Populares de Jalisco. Su delicadeza recuerda a la porcelana que marcó una época de prosperidad para Guadalajara. En 2025, esta ciudad cumple 483 años de existencia, y su historia sigue viva en cada uno de estos objetos.


Loza de Guadalajara.
Anónimo.  Sin fecha.
Museo de las Artes Populares de Jalisco.

Biblioigrafía:

Gonzalez Escoto, Armando et Ortiz Minique, Yvette "Artesanías una fusión de vida y cultura" Instituto de la Artesanía Jalisciense, 1ra. edición, Guadalajara, Jalisco, 2009.

Enciclopedia temática de Jalisco, t. VII, Gobierno de Jalisco, 1992.

domingo, 13 de enero de 2019

Alisio y el viento

No es raro ver en los pueblos casas que dan como a ninguna parte. Un tejabán se abre al bosque que se desliza suavemente a las montañas cubiertas por árboles y multitud de animales visibles e invisibles.

Alisio tenía no más de 14 años y su mirada era la de un niño al que le urgía dejar de serlo. Había elegido esa mañana de descanso un viejo fresno y bajo sus hojas en forma de gota, veía el paisaje que los circundaba y escuchaba el viento.

De repente el viento silbaba y Alisio trataba de averiguar de donde había salido el sonido. Otro silbido y aguzaba la vista para atinar al árbol donde había golpeado el viento para producir el sonido.

No lo veía. Ponía atención para ver si lograba adivinar donde golpearía la siguiente vez y no daba:

-¿Que color tendrá el viento?- se peguntaba - porque no alcanza a verse o porqué no dejaba verse ¿Que habrá hecho el viento que se esconde y corre y no deja que lo veamos?-

Cerró los ojos y sintió el viento cercano. Pero cuando los abrió se sorprendió porque podía ver su casa desde el aire ¡El viento se los estaba llevando!

Dando marometas pudo distinguir las calles de su pueblo. Los campanarios de las iglesias. Los vecinos en las calles haciendo su vida mientras él giraba y giraba llevado por el viento sobre sus cabezas. Su corazón latía rápido. Sintió un nudo en la garganta y trató de gritar. Una lágrima se le secó rápidamente en la mejilla y alcanzó a sentir la neblina y supo que estaba atravesando una nube.

Ya no podía gritar. Ahora se sentía perdido. Pudo ver pueblo tras pueblo y pasó nube tras nube. Ya se había dado por vencido:
 - ¿Porque no puedo ver el viento? ¿Qué color tendrá? - Cientos de respuestas se agolpaban en su mente - ¿Qué habrá hecho el viento que se esconde y no se deja ver? ¿Porqué pregunté eso? Quizá el viento se enojó porque le pregunté y ahora quiere castogarme- Tuvo miedo
-Ya me voy a morir- pensó - Ni mi mamá ni mi papá se van a dar cuenta de donde quedé-



Eso pensaba y sentía ganas de llorar cuando vió una ciudad. Él no conocía las ciudades pero sabía que era una porque había oído hablar de ellas.  Las torres de las iglesias, que eran muchas, más que en su pueblo, se veían muy cerca y el viento golpeaba contra cada muro de ellas. Sintió que si el viento se estrellaba contra ellas él también podía hacerlo y el golpe le dolería. Así es que hizo cuanto pudo para controlar sus movimientos. Se hizo nudo. Giró en el aire y comenzó a moverse como rana.  Sabía que las ranas no volaban pero creyó que quizá moviéndose como ellas podría controlar lo que le pasaba. Tras unos giros lo logró y pudo ponerse cómodamente de forma que veía el suelo.

Entonces sintió que el viento perdía fuerza y vió que rápidamente se acercaba el piso. Una mancha verde se fue haciendo individual y cada vez más grande y entecerró los ojos. Era un árbol.

Mientras caía alcanzaba a escuchar las platicas de adultos y los gritos de niños que jugaban. Ladraron algunos perros y luego sintió dos o tres golpes secos en su cuerpo y el trinar de algubos sorprendidos pájaros en sus nidos hasta que cayó por las ramas de un árbol.

Cayó bocabajo y cuando levantó la cara pudo ver un perro lanudo que le ladraba. Una cuerda ataba el can a la mano de una niña asombrada:
-¿Quién eres?- preguntó la niña
-Soy Alisio- dijo él mientras se ponía en pie y se sacudía el polvo de la caída
-¿Estás bien? ¿Caíste del cielo? ¿O te caíste del árbol? Pero no estabas ahí antes... -

Y Alisio le contó como había llegado allí.
Ella dijo llamarse Urania y Alisio sintió que era un nombre raro. Pero era más raro que una corriente de viento lo hubiera llevado allí donde estaba. Cuando Urania le preguntó que de donde venía, Alisio no supo responder ni apuntar al lugar.
Así es que Urania le enseñó los puntos cardinales para tratar de ubicar el lugar del que venía o que al menos supiera a donde lo llevaba el viento.

-Mira Alisio- le decía Urania- recuerda el lugar por donde el sol en tu casa. Ahora, haz que tu mano derecha apunte para donde nace el sol todos los días- Alisio hacía como Urania decía - hacía donde está tu rostro es el Norte, a tu espalda quedó el sur y el Este, por donde el sol sale, está a tu derecha-

Alisio recordó que miraba hacía donde salía el sol cuando el viento lo levantó y el viento lo había levantado por la espalda, por lo que el viento venía del oeste y lo llevó hacía donde el sol salía.

Pero de nuevo el viento comenzó a soplar y sintió que iba a caer de frente ante los ladridos del perro de Urania. Manoteó y se aferró a las ramas del árbol. Pero el viento era más fuerte que él:
-