“En general, los hombres juzgan más por los
ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo
que ven”
El
Príncipe, Niccola Macciavelo
Muchos juzgan de ese modo. Se acostumbra a juzgar por lo que vemos o
lo que creemos ver. Es más fácil dejarse
llevar por un chisme que por una certeza porque es más práctico y porque así se
ha hecho siempre y la costumbre termina por hacerse ley. Bendito sea el Creador no siempre es así.
“No vemos
las cosas tal cual son las vemos tal cual somos” dice una frase del Talmud. Siempre en lo que se dice de otro se juzga algo
propio. Lo que no nos gusta del otro es lo que nos disgusta de nosotros mismos
o, peor aún, lo que tememos de nosotros mismos.
Juzgamos a otros según nuestra propia medida.
En las
sociedades cerradas, es decir, sin convivencia con el exterior se crea un clima
de proteccionismo con unas ciertas formas y maneras de actuar y de
relacionarse. Saludarse en la calle, que
tal o cual familia lleve a sus hijos a tal o cual escuela y a no a otra, que
los hombres no puedan tener amigas y viceversa.
Al romper esos esquemas toda esa sociedad tiembla porque se siente en
riesgo de desaparecer (sinónimo de morir) y con ello todas las relaciones de
poder. sociales, económicas y hasta políticas parecen ir de pique.
Hay, sin
embargo, algunos que son tan flexibles que pueden no solo
adaptarse sino que sobreviven y con más fuerza a los embates del "dicen". El “chisme” es fácil de crear
pero hay maestros en el uso de las malas lenguas ajenas. Se llama “inteligencia” cuando una persona
logra cambiar una situación adversa a su favor.
De Julio César (considerado el primer emperador de Roma) decían que
había logrado el consulado siendo amante de varios senadores (no había
senadoras) y Alejandro Magno “descansaba en los muslos de Hefestión” y estaba
casado con Casandra (tuvieron un hijo) y así podemos seguir la larga lista de
aquellos a los que el “chisme” o “mitote” solo los encumbró ¿Alguien recuerda el autor de donde salió el rumor? “El olvido es la tumba del
pregonero, todos recuerdan su cuento y nunca el nombre de donde salió el verso”
Para finalizar Oscar Wilde comentó una
vez: “Que hablen de mi…¡ Aunque sea bien!”
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