Café y gorditas pellizcadas con frijoles refritos coronadas con queso de
San Simón (¿Hay de otro?) dieron inicio a mi día en el negocio de mi mamá. Tengo una encomienda clara y precisa “promover
a Magdalena” que se conozca de ella lo bueno a pesar de que a veces ni nosotros
mismos lo creamos y hacer que otros vengan a nuestra casa; a nuestras calles; que
convivan con nosotros; que prueben todo aquello que nosotros conocemos y
sabemos que es bueno.
Nuestro amaneceres y atardeceres; el birote o las bolas
dulces por la mañana; desayunar en la Calle México a un lado de la arruinada Casa
Colorada vecina de la casa de la Chelona.
Ahí es probar tacos de ollita, mariscos,
tortas ahogadas (no mucho porque no es kosher) barbacoa o birria de esa de la
que no se hace igual que en otros lugares de Jalisco. O cambiar de lugar e irnos a “La Arenita”
cuya callecita pintoresca divide La Purísima de “Los Puestos” tan llenos de mi
historia familiar. Allí donde reina la
birria y el tequila.
Magdalena piensa que el amor se refleja en la panza. Nos puede hacer comer todo el día. Requeriríamos de casi una semana para dar un
recorrido gourmet desayunando, comiendo y cenando en cada uno de los locales
que ofrecen comida al lado de la Carretera a Nogales. Por la tarde se come en casa o en restaurantes. Los magdalenenses creen que la mejor comida
es la del mar y abundan los restaurantes de mariscos.
El poco tiempo que queda entre la comida y la
cena es solo para hacer espacio al café o chocolate acompañado de cortadillo o
gachupines. Tan nuestros. Esos gachupines que nos han acompañado a
despedir a nuestros difuntos o a los vivos cuando viajan. Las tardes en Magdalena saben a canela, anís y
piloncillo gracias a ellos.
Ya sea lunes o martes cualquier día de la semana es bueno
para la fiesta en Magdalena. La
decadente banda sinaloense se escuchará por doquiera. Abrirán sus pequeños bares. Íntimos. Casi escondidos pero repletos de
fiestas densas que nos arrastran a todos.
La fiesta en Magdalena es así fuerte, densa aunque no haya estruendo de
música será sentida pero muy familiar.
Magdalena se prueba trago por trago en tequila o cerveza ¿Quién
sino los magdalenenses son los reyes de las fiestas? Nuestra relación más
íntima con el Paisaje Agavero es su degustación. Basta un grupo de amigos y un pretexto para
hacer fiesta aunque no sea quincena. Trago
a trago, bocado tras bocado, Magdalena apura el tiempo de sus fiestas
patronales que no tienen comparación. Mostremos lo mejor de
Magdalena al mundo. No es difícil. Hay poco tiempo para ello. Tan poco como lo
que dura un día de fiesta patronal. Tan
poco como la pólvora que colorea el cielo oscuro en septiembre o julio. Dígamosle al mundo que aquí estamos.
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