Casi todos los templos y conventos del siglo XVI
tenían pinturas murales. Las canteras
nunca estuvieron desnudas como acostumbramos verlas hoy.
Los canteros pensaron y
proyectaron su obra para verla cubierta
de estuco y coloreada. Magdalena no fue
ajena a la pintura mural. Las naves del
templo del Señor Milagroso estuvieron cubiertas de pintura que ha quedado
oculta por capas de pintura vínilica tras la ampliación de la segunda mitad del
siglo XX.
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El Convento de Acolman guarda aún sus murales en los colores que tuvieron los de Magdalena |
En 2005 aproximadamente, se decidió enjarrar los muros
del Curato adyacentes a la nave del
Templo (por cierto los más antiguos).
Los albañiles comenzaron a tirar el estucado original del Convento.
Sobre el enjarre original se habían apilado las capas de pintura del siglo XIX
y del siglo XX. Accidentalmente pude
observar (no sólo yo) que, bajo las
capas de pintura aparecían imágenes en blanco y negro correspondientes a pies y
vestidos largos enmarcados con líneas azules y rojas. Alarmado (al fin estudiaba historia) me
dirigí a las autoridades eclesiásticas correspondientes. Me acompañaron. Vieron los pedazos de enjarre con pintura y
ante ellos descubrí con las uñas unos 20 centímetros cuadrados más. No había duda. Bajo las capas aparecían unos trazos negros
sobre un muro blanco enmarcado con cenefas azules y rojas. Los pies de lo que parecían frailes o
personajes vestidos con ropas largas como túnicas aparecieron claramente. Nunca escuché la orden de “deténganse”. Intervine dos o tres veces para que se
detuvieran los albañiles y se descubriera al menos una parte de la
pintura. Raspar y al menos fotografiar lo
que veíamos. Silencio total. Cruce de brazos. “Vemos luego” y la conversación terminó. Años después, mientras terminaba un trabajo
universitario vi el ejemplar de una visita de la Real Audiencia practicada a
Magdalena en 1614:
“El convento es de N(uestro) P(adre) S(a)n
Fr(ancis)co y tienen la guarda de la Cura de Almas muy bien hecho de altos y en
el patio grande hay una historia de S(an) Ant(oni)o y de La Magd(alen)a la de
N(ues)tro S(eño)r o eso se me pareció que son como dibujos de gran tamaño
hechos de buena mano y muy de verse”
Vissita del
Gobernador de la Real Audiencia de la Nueva Galicia a las fronteras deste
Reyno, UNED, Guadalajara, Jalisco
1967
Había sido testigo de la destrucción de los murales
del ex convento de Santa María Magdalena.
Una especie de desolación y de desgano me llevó a olvidarme de mi pueblo
natal y lo hice durante un tiempo. Si
las personas designadas para resguardar el Patrimonio Magdalenense (ese que le
costó a nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos porque ellos fueron quienes
lo pagaron de su dinero, con su sudor y a veces con su sangre) no les importaba
¿Porqué había de preocuparme yo?
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El Convento Franciscano de Cholula nos muestra un ejemplo de pintura mural. Es lo más cercano que tenemos a lo que pudo ser el Convento de Santa María Magdalena. |
Pero también a mis abuelos, bisabuelos y
tatarabuelos obligados a ser católicos, les había costado la manutención del
culto en Magdalena. Así como también a
tu abuelo, bisabuelo y tatarabuelo (si
es que eres de Magdalena) Entonces ¿Quién lo debe cuidar? Pues nosotros, los
descendientes de aquellos que quisieron hacer de este pueblo una maravilla, un
mundo nuevo, un lugar más cómodo para vivir.
El Patrimonio es nuestro. Son
nuestras calles, nuestras casas, nuestros templos. En ellos vive el alma de Magdalena y solo a nosotros
nos queda protegerlo. El Patrimonio
Cultural de Magdalena puede hacernos ricos, de hecho ya lo somos solo que no
todos han sido capaces ni han tenido el valor de convertir en desarrollo social
y económico la riqueza Patrimonial del Pueblo donde nacimos.
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La Catedral de Guadalajara cuando aún estaba enjarrada y coloreada. |